sábado, 22 de septiembre de 2012

Haciendole un masaje a la mas puta de mis clientas



Todo el mundo en el barrio conocía a la señorita Miley, una jovencita bastante traviesa y bastante zorrita. Johnny debió de haberse acordado que ya había estado allí dándole uno de sus masaje, pero se sintió sorprendido. Lo cierto es que no le hacía demasiada gracia volver a trabajársela, Amia era una chismosa, una entrometida y, además, tenía la impresión de que no respetaba su trabajo como masajista, que lo tenía como un simple gigolo, un puto. Pero también es cierto que Amia era un auténtico quesito y si lo que quería era simple y puro sexo, iba a dárselo, así que no perdió demasiado tiempo trabajando su cuerpo y pasó pronto a degustar su dulce y húmedo coñito. Amia estaba entregada a él y aunque al prinicpio se negó a chupársela, luego acabó pidiéndole que masajeara su garganta hasta lo profundo si quería una propina. Johnny así lo hizo para luego follársela hasta hacerla enloquecer y acabar por correrse sin miramientos en su cara.

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